¿Venderías una casa en el canal de Ámsterdam por un tulipán? Probablemente, tu respuesta sea que no, sin embargo, en 1960, los holandeses llegaron a hacer ese tipo de ventas por un bulbo de tulipán 






El siglo XVII en los Países Bajos fue un período de una notable expansión cultural, económica y política. Durante esta época, los Países Bajos se encontraban en medio de una transformación que los convertiría en una de las potencias más influyentes de Europa. Holanda en el siglo XVII experimentó un florecimiento cultural conocido como la "Edad de Oro Holandesa". Fue un momento en el que la República de los Siete Países Bajos Unificados, formada tras la Guerra de los Ochenta Años contra España, se convirtió en un centro de innovación, comercio y arte.

Desde el punto de vista económico, los Países Bajos eran una potencia comercial en ascenso. Ámsterdam se había establecido como uno de los principales centros financieros del mundo, con una próspera bolsa de valores y una floreciente industria naval y comercial. La Compañía Holandesa de las Indias Orientales y la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales habían establecido rutas comerciales que gestionaban el comercio de especias, contribuyendo enormemente a la riqueza del país y haciendo que Holanda fuera una potencia de primer orden en Europa.

El tulipán procede de la actual Turquía -en aquella época Imperio Otomano-, fue introducido en Holanda en 1559, según el botánico Conrad Gessner, pues pudo haber sido uno de los primeros en describirlos en su obra "Historia Plantarum" en 1559. A finales del siglo XVI, los bulbos de tulipán comenzaron a ser cultivados en los Países Bajos, y su popularidad creció rápidamente. Los tulipanes pronto se convirtieron en un símbolo de estatus y riqueza. Las variedades más exóticas y raras eran altamente valoradas, y su demanda aumentó entre la aristocracia y la clase adinerada, lo que incentivó su cultivo y comercio.




La belleza y rareza de ciertas variedades -la más conocida y valorada fue el Sempter Augustus- llevaron a un aumento en su demanda y pronto los bulbos de tulipán se convirtieron en un bien de un altísimo valor especulativo. La gente comenzó a comprar y vender contratos de futuros sobre bulbos que aún no habían florecido, lo que permitió un comercio frenético y una escalada de precios sin precedentes. Para 1637, un solo bulbo de la variedad llamada Semper Augustus llegó a costar 10.000 florines. "Eso era suficiente para alimentar, vestir y alojar a toda una familia holandesa por media vida o para comprar una de las mejores casas en el canal más de moda de Ámsterdam", señala el autor Mike Dash.

Suena absurdo a día de hoy que el gobierno de un país se tuviera que reunir para gestionar su mercado de tulipanes, pues se desmoronaba. Sin embargo, la burbuja especulativa estaba destinada a colapsar. En febrero de 1637, se produjo una abrupta caída en los precios de los tulipanes, y muchos inversores se encontraron repentinamente con bulbos que ahora valían una fracción de lo que habían pagado por ellos. La confianza en el mercado se desmoronó, dejando a numerosos especuladores endeudados y arruinados. Todo el mundo vendía las flores, pero nadie las compraba. El descenso fue tan precipitado que el 27 de abril, el gobierno federal se vio obligado a intervenir. Sin embargo, esto no funcionó.

Anne Goldar, profesora de historia europea, desmontó en su artículo "Tulipanomaía" dos mitos de esta burbuja. El primero de ellos es que la explosión de esta burbuja especulativa afectó a toda la economía holandesa. Sin embargo, se sabe que diferentes sectores de la industria holandesa siguieron creciendo independientemente del desplome del comercio de los tulipanes. Por otro lado, la historiadora hablaba sobre a qué sectores afectó la abrupta caída en los precios de los tulipanes, pues estos eran un bien "de coleccionista". "Las personas que compraban pinturas tendían a ser las mismas que compraban tulipanes" afirma la historiadora. De esta forma, la caída de los precios no afectaría al ciudadano holandés del día a día.

En última instancia, la historia de la crisis de los tulipanes en Holanda es una advertencia sobre los peligros de la especulación sin límites y la necesidad de mantener un equilibrio entre la emoción y la racionalidad en los mercados financieros. Esta crisis no solo dejó su marca en la historia económica, sino que continúa siendo un recordatorio de la complejidad de las decisiones humanas y como ello afecta en la economía.